Ponerse de acuerdo implica ceder, como también poner sobre la mesa los objetivos de crianza que tenemos con nuestros hijos. Estemos o no casados, el rol que tendremos por siempre en la vida de nuestro pequeño y futuro adulto, será ser padres.
Y ser padres implica que la crianza sea compartida, imprimiendo y poniendo nuestra esencia en lo que queremos transmitir a la prolongación de nuestra generación, haciendo que los límites sean coherentes y concordantes en la medida de lo posible con nuestros valores personales. Es justo ahí, cuando ponerse de acuerdo en ocasiones se convierte en una dificultad, porque la crianza para cuidadores primarios, sea padre o madre, tienen visiones opuestas.
En mi consulta siempre hablo de tres elementos indispensables para establecer acuerdos, estos son los ingredientes que hacen que esa crianza la viva nuestro hij@ en la misma línea, en una línea de coherencia y trabajo en equipo.
Son firmeza, paciencia y constancia. Todo límite, norma y espacio de comunicación con nuestros hijos, los podemos manejar desde estos tres elementos. Son la premisa principal que harán que cualquier norma, límite o consecuencia sea aplicada de la misma forma y crearán un ambiente en el que para el niño o nuestro adolescente, le sea más fácil entender qué situaciones y conductas son permitidas o no por sus padres.
Teniendo estos tres elementos presentes dentro del trabajo en equipo que implica ser padres o cuidadores primarios (pues la sociedad actual se caracteriza por una crianza compartida en la que en ocasiones abuelos también están presentes en este proceso), es imprescindible que estos tres valores personales se impriman en la crianza y que todas sus partes estén informadas.
Como les decía, los acuerdos implican ceder y hablar en un espacio neutro (nuestros hijos no deben estar presentes cuando establecemos el estilo de crianza, debe ser una conversación íntima) y esta es la parte más importante, cuando creamos normas y pautamos comportamientos permitidos o no a nuestros hijos. Es un proceso de reconocer lo bueno que tiene el otro (padre o madre) y sacarle el máximo potencial, aprendiendo de cada habilidad que funciona del otro, como también ser claros en lo que no estamos de acuerdo y encontrar un punto medio.
Ser padres o madres es un trabajo constante de reconocer nuestras sombras. Vernos, sacar fuera patrones familiares y establecer el propio, pues sin duda se prolongará a más generaciones.
Te invito a que en vez de pensar en el cómo, pienses en lo que es imprescindible en el estilo de crianza con tu hij@.
Psi. Diana Aguirre
Psicóloga Clínica
Ms. en Psicología Clínica Infanto-Juvenil
Ms. en Rehabilitación psicosocial en enfermedad mental grave
diana.aguirre@cuerpoymente.com.co