El gran mudo. Del que todos, escuchan, sienten o se conmueven, observan, viven y muy pocos, incluidos adultos, tienen la valentía de hablar.
¡Incluso… cuando ya no somos ese niño que acosaron o el que acosó!
Parece que con el tiempo nos alejamos de ese pequeño, y de repente el reflejo del niño que fuiste, aparece en tu hijo, primo, sobrino o cualquier niño o adolescente que haga parte de tu vida… Se hacen comentarios sobre el tema, pero hay dificultad para que como adultos, se logren acciones con propósito.
Hace unos días me preguntaba… ¿Cuántos Drayke hay en nuestra vida? ¿Cuántos niños y adolescentes son acosados o acosan y no hacemos nada al respecto? ¿Cuántos de ellos seguirán viviendo el acoso en silencio? Con un mar de emociones, sensaciones, pensamientos que los inunda, actos fallidos; tantos que terminan por ahogarlos.
Las redes sociales hicieron boom… ¡Si! Y… ¿Qué?… ¿Nosotros qué hicimos, más allá de ser un tema mediático?
Las acciones con propósito, son simples. Empiezan por nosotros como educadores, cuidadores y familia.
Y hoy quiero hablarte de qué hacer si sabes que tu hijo, familiar, alumno, sobrino, vecino o cualquier niño que haga parte de tu sistema, está siendo acosado o acosa a otros.
- El ejemplo: ¡Si!, Este enseña más que dar un sermón de buen comportamiento. Observa cómo te estás comunicando en cada sistema ¿lo haces desde el respeto? ¿Qué tan tolerante eres? ¿En casa pones sobrenombres? ¿Castigas físicamente o insultas cuando no están de acuerdo contigo? ¿Minimizas las emociones de tu pareja o hijo? El único que sabe la respuesta eres tú.
- Enséñale a poner límites: tanto para aquel que los está poniendo a través de comentarios hirientes, golpes, rechazo, discriminación y palabras hirientes o como para aquel niño o adolescente que no hace nada al respecto frente al acoso físico, psicológico, verbal o social ¿Cómo hacerlo? A través de la educación en casa y cómo los pones tú como adulto en tu vida. El castigo físico no es una opción.
- Identifica cuáles son tus límites.
- Acéptate y ámate.
- Respeta los límites de los demás.
- Establece límites también contigo mismo.
- Acepta que aprender a poner límites es progresivo.
- Identifica cuando no depende de ti.
- Sé claro y directo.
- Sé empático pero firme.
- Enséñale a defenderse: defenderse no implica que golpee a otros, implica que le enseñes paso a paso qué puede hacer para detener al niño o adolescente que lo acosa. ¿Cómo?
- Con lenguaje directo: Ej. ¡Para! No permito que me pegues, no permito que me insultes, no me pongas apodos… puedes hacer juego de roles en casa.
- Entrena su lenguaje no verbal: Ej. Las frases que usamos en juego de roles, ensayarlas con la expresión del cuerpo, cara y voz. Teniendo en cuenta el contacto visual, no alejarse ni retroceder, manteniendo una distancia prudente y utilizando su nombre al hablarle, mirada fija y tono de voz firme y neutra sin subir y bajar la voz.
- Enséñale a Confrontar insultos, no huir de ellos: Ej. Enséñale a responder el insulto restando importancia sin miedo y llanto, empleando el sarcasmo a forma de burla, esta estrategia disminuye la reactividad del niño que está acosando, también le puede responder con un elogio o alejarse con la frente en alto como si no le importara, nunca hombros abajo ni cabeza abajo.
- Infórmale que puede pedir ayuda: Si está en el colegio, en clase, contigo o con cualquier adulto, como adultos debemos ser mediadores no jueces, enseñándole al niño o adolescente que está acosado porque lo que está diciendo no es correcto, resaltando que es un buen niño y que espera que sea líder positivo y al niño acosado, a comunicar lo que siente y lo que no quiere.
¿Qué hacer con los niños o adolescentes que acosan?
Los niños son el vivo reflejo de los cuidadores o sistemas que los educan. Por esto te invito a hacer lo siguiente con un niño o adolescente que está acosando.
- Escucha, no juzgues: El niño que acosa en la mayoría de los casos tiene dificultades de vinculación con sus cuidadores primarios. Su educación se basa en el castigo físico, verbal y la imposición. Por lo tanto, son estrategias aprendidas en casa y de manera casi automática, las replica en otros ambientes. Cuestiónale. ¿Qué sentirías tú si…? Tú eres un buen niño ¿insultar, pegar, rechazar es correcto? ¡¿Cómo lo puedes hacer diferente?! Creo en ti, lo puedes hacer mejor.
- Evalúa si la manera de comunicarte con tu hijo y poner límites, es a través de la agresión física y verbal: Ellos replican tu comportamiento.
- Regulación de emociones: Generalmente, aquel niño que agrede y usa la violencia física o psicológica como medio, usa como recurso no adaptativo la agresión, sirviéndole de defensa en su mundo psíquico. Valida lo que siente, cuestiónale qué lo hace sentir así, qué medios podría emplear para expresar sus emociones.
- Eleva su autoconcepto: generalmente lo que se hace con el niño o adolescente que hace bullying es etiquetarlo como el líder negativo. ¿Y si le quitamos esa etiqueta? ¿Si le reconocemos en lo que es bueno y lo transformamos en un líder positivo?
Las palabras tienen poder, crean esquemas y la manera de vernos, comunicarnos, actuar, ser.
Sé cuidadoso en las palabras que usas en la crianza, serán los predictores de salud mental en tu hijo, estudiante, sobrino, nieto o cualquier niño o adolescente que haga parte de tu vida.
Hagamos que el gran mudo hable y accione, así educamos generaciones amorosas, respetuosas y conscientes.
Conecta con corazón, palabra y mente.
Diana Aguirre
Psicóloga clínica infantojuvenil
Terapeuta EMDR