¿Te has preguntado cómo sobrevivieron los primeros humanos a las condiciones más críticas y los peligros más graves desde el inicio de nuestra especie? La respuesta es sencilla: por el estrés.
Sí, realmente el estrés es el sistema de alerta biológico necesario para la supervivencia, lo que hizo que nuestros ancestros subsistieran e incluso, nosotros mismos. Así que hablemos sobre el estrés.
Se conocen 2 tipos diferentes de estrés: el eustrés y el distrés. El primero es un estrés que nos estimula a enfrentarnos a los problemas; permite que seamos creativos, tomemos iniciativa y respondamos eficientemente a aquellas situaciones que lo requieran. Imagina tu día a día en el ambiente laboral o familiar y cómo hay algo que te alerta y te impulsa a avanzar.
Por otro lado, está el distrés, que es el estrés que se activa por una amenaza ya sea interna o externa, que implica un esfuerzo excesivo. Ante ciertos casos extremos puede desencadenar sintomatología de un trastorno de ansiedad y/o depresión.
¿Cuál es el problema hoy en día? Que nuestras vidas van a una velocidad que nunca antes habíamos experimentado, con exigencias y estándares que nunca antes habíamos soportado y en un nivel de competencia en el que nunca antes habíamos jugado. Las personas estamos llevando niveles de estrés, específicamente distrés, que nos están enfermando (física, mental y emocionalmente).
Existen múltiples herramientas que pueden ayudarnos a disminuir estos niveles de estrés y mejorar nuestra salud a todos los niveles, estas son algunas:
- La autocompasión: el acto de ser amable con nosotros mismos y no exigirnos más de lo que somos o podemos.
- La resiliencia: como la capacidad de adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos.
Esta se puede “entrenar” a través de los siguientes puntos:
- La pausa: tomar descanso, quitarle el concepto de “pérdida de tiempo” o pecado al ocio.
- Conexión mente- cuerpo: a través de prácticas como respiración consciente, atención plena, meditación, yoga, entre otras.
- Contacto con la naturaleza.
- Equilibrio físico: a través de hábitos saludables como una alimentación balanceada y ejercicio.
- El agradecimiento: tener un diario de gratitud es una excelente forma de centrarse en lo positivo y está demostrado que reduce los niveles de ansiedad.
- El equilibrio en relaciones interpersonales: a través de la comunicación asertiva, el trazo de límites y el perdón.
Espero que esta información te haya resultado útil. Nuestro equipo Cuerpo & Mente siempre estará dispuesto a ayudarte en este camino.
Dra. Laura Zapata
Esp. en Medicina Integrativa
Médica Funcional e Integrativa
Terapeuta Sintergética