La consciencia de la alimentación

Actualmente hay muchas fuentes de información nutricional a la orden del día. Desde luego, hay unos que cumplen con un rigor científico adecuado y otros que posiblemente de una manera ingenua, dando el beneficio de la duda, hacen recomendaciones nutricionales, que están lejos de ser saludables.

Por eso mi enfoque, en este escrito, va más allá de una recomendación nutricional, no es mi intención entrar a engrosar esa fuente de información, ya hipertrofiada, pues a mi manera de ver no solo somos lo que comemos, somos mucho más que eso, y debemos enfocar nuestros esfuerzos no solo en escoger bien los alimentos, sino a alimentarnos de una manera consciente.

Esta consciencia va en dos sentidos:

  1. Aquella que requiere que pensemos en lo que nos va a alimentar, de qué fuentes vienen, qué impacto generan en el ambiente y en mi cuerpo.
  2. Aquella que implica el acto como tal de alimentarse, tener toda la atención puesta en el proceso completo, de modo que participen todos nuestros sentidos, donde el alimento entre  por los ojos y el olfato, entren a jugar nuestro tacto hasta nuestra audición, de cómo suena cuando lo masticamos y desde luego, nuestro amplísimo sentido del gusto, haciendo que la digestión inicie desde el cerebro, siga por la boca y de ahí hacia abajo continúe de la mejor manera, y cumpla lo mejor que se pueda con su propósito.

Así, lo que pretendo con este escrito, es hacer un llamado a aumentar la consciencia de la alimentación, donde aquellos que generan o generamos recomendaciones nutricionales, lo hagamos no solo partiendo de la buena fe, sino que comprendiendo las limitaciones que cada uno tiene desde su nivel de conocimiento, seamos responsables y coherentes con aquello que promovemos.

También, aumentar la consciencia de las implicaciones de consumir comestibles que no son alimentos, generalmente productos industrializados de poco o mínimo valor nutricional o con componentes perjudiciales para la salud, especialmente si vienen en cantidades elevadas.

Por otro lado, la consciencia de las fuentes de donde provienen nuestros alimentos, aquellos que pueden generar beneficios a pequeñas familias productoras; el impacto que genera la producción de algunos comestibles o alimentos; el beneficio nutricional que pueden tener los diferentes nutrientes y la consciencia de que lo que para unos puede ser bueno y funciona, para otros puede no funcionar o incluso hacer daño.

Finalmente, la consciencia de una alimentación en atención plena (mindful eating), que permita disfrutarla en todos sus sentidos y con todos nuestros sentidos y luego de aprender a disfrutarla, compartirla en familia, cosa que a la vez, aumente nuestros vínculos personales, familiares y sociales.

William Joaquí
Médico Anestesiólogo.
Especialista en Medicina del Dolor.
Máster en Manejo Avanzado del Dolor.
Cofundador de Cuerpo & Mente. Alivio del dolor, salud y bienestar. Una mirada integrativa y funcional al alivio; con un equipo interdisciplinario para el tratamiento o acompañamiento del cuerpo y la mente.
Torre médica Intermédica. Consultorio 1603.
williamjoaqui@cuerpoymente.com.co
www.cuerpoymente.com.co

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