Usualmente, un paciente con dolor crónico que consulta a su médico lo hace con la intención de encontrar estrategias de cualquier tipo que le ayuden a “eliminar el dolor”.
Esa experiencia de sufrimiento por dolor es indicadora de que algo no va bien, por lo que el paciente inicia una búsqueda de causas con la intención de modificarlas y aliviar su sufrimiento a como dé lugar.
Esto no es de un solo paciente, esto no es característica de las enfermedades crónicas, esto es un concepto cultural que se nos ha enseñado desde que somos pequeños, pues constantemente se nos instruye que el fin de la vida es ser felices, vivir sin sufrimiento, que lo ideal es sentirse bien de inmediato y que se debe evitar el dolor, como una condición fundamental para vivir bien.
Sin embargo, lo que conocemos hasta ahora es que, a pesar de los muchos avances de la medicina, aun en la actualidad, no existe un tratamiento milagroso que elimine el dolor y de forma instantánea elimine el sufrimiento; es por esto que la mayoría de pacientes terminan asistiendo a sus controles médicos con poco optimismo en su recuperación, con niveles elevados de estrés, tristeza y desesperanza.
A partir de esto, en los últimos años se han venido planteando alternativas de manejo para aquel “sufrimiento” y aquí es donde surgen las nuevas terapias psicológicas de tercera generación, que buscan enfocarse no en el síntoma ni en resolverlo, sino más bien en el contexto donde se produce, con una mirada más amplia a lo que motiva la consulta inicial del paciente.
La terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) surge en esta medida, buscando enfatizar la acción de actuar como lo esencial.
La ACT asume que el sufrimiento humano es común, es normal y aparece incluso en la persona más sana, y además es una señal de que se está muy cerca de lo que a la persona le importa.
Sin embargo, en nuestra cultura, se aprende a resistir el sufrimiento normal y esa resistencia es la que genera el sufrimiento patológico.
Esta terapia tiene como objetivo flexibilizar la reacción al malestar y al dolor, pues resistirse a dichos eventos privados como emociones, sensaciones y sentimientos solo limitará la vida y nos llevará perder la dirección hacia nuestro propósito.
Gracias a esta aproximación, se entiende que el sufrimiento es universal, por lo cual la terapia se centra en los valores de cada persona y no en la enfermedad, y busca utilizar dichos valores como medio para lograr el cambio en la salud del paciente.
El objetivo primordial de ACT es modificar el patrón de evitación que nos ha impuesto la cultura de “ser sanos” y “ser felices”. Sin embargo, el camino a la aceptación no es fácil y sobre todo cuando es sabido que ni el terapeuta ni el médico tienen la solución al problema.
Esta terapia permite que el paciente tome contacto con lo que hace y con los resultados que produce sobre su vida, tal vez pensar en si fuese necesario vivir lo que estás viviendo para alcanzar la vida que quieres, ¿estarías dispuesto a vivirlo?
Practicar la aceptación cuanto antes y tantas veces como sea posible, y aprender a “caer y a levantarse”, es la base del tratamiento según la ACT, es decir, aprender a elegir nuevamente, actuar hacia mis valores independientemente de los eventos privados que sobrevengan en las caídas.
A propósito de esto, ¿Qué estarías haciendo cada día si pudieras dedicarte a otra cosa que no fuera tratar de eliminar el sufrimiento?
Dra. Alejandra Gutiérrez
Especialista en Psiquiatría – UdeA
Ms. en Terapias Psicológicas de Tercera Generación -VIU
alejandragutierrez@cuerpoymente.com.co