Hago referencia al tejido social que durante tu vida te permites tejer, a las personas y momentos que permites que entren a hacer parte de esa red. El contar con una pareja, un amigo o amiga o muchos de ellos, un hogar, una familia con quien compartir nuestros momentos, nuestros espacios, nuestros pensamientos, nuestras riquezas y debilidades, nuestros procesos, nuestros momentos buenos y no tan buenos, nuestros silencios, hace que participemos de una humanidad compartida, que equilibremos nuestros sistemas de defensa, del ser y hacer, del opinar y valorar las opiniones, del no juzgar pero no callar, de la resiliencia, del aprender a decir sí y a decir no, del no cargar cargas que no te corresponden. A mi manera de ver, como seres sociales que somos, el contar con esa red social edificadora, te fortalece y está demostrado cómo esto disminuye la posibilidad de enfermedades como la depresión y de actos como el suicidio.
El construir esta red es una tarea individual; cada uno decide a qué personas o momentos les permite estar ahí. Si está lleno de personas tóxicas, así será la red, se irá contaminando y deteriorando. Tampoco se trata de buscar personas perfectas, cada uno con sus aciertos y desaciertos aporta para su propósito de vida y a la vez hace parte de la red social de muchas otras personas. Por esto, no sólo es bueno contar con personas y momentos edificadores, fortalecerse como persona es ayudar a edificar a la vez la red social de otras personas que cuentan contigo en la construcción de la suya propia.
Es tan valioso nuestro tiempo, que aprovecharlo y compartirlo con esa red social que permitimos que haga parte de nuestra vida, reforzando esto ¡que haga parte! no que sea nuestra vida ni nuestro motor, fortalece nuestra salud y bienestar físico, mental, espiritual y emocional. Por esta razón, cuando se comparte ese tiempo pienso que hay que hacer que valga la pena, no importa la cantidad, no tienes que verte con ellos todos los días, no tienes que estar siempre acompañado pues es importante aprender a disfrutar del silencio y la soledad también, lo más vital es tiempo de calidad. Mi esposa, mis padres, mis hermanos, mis familiares, mis amigos saben que independiente de las distancias o los distanciamientos temporales o espaciales, hay siempre una persona a este lado, dispuesto a escuchar, a ayudar, a servir. Igualmente sé con quiénes contar, en quiénes apoyarme, son aquellos que hacen parte de mi red social esa que yo mismo creo y construyo constantemente.
Las redes sociales han hecho parte de nuestros antepasados, han hecho parte de nuestra vida y no son nada nuevo, por eso, dejar a un lado el teléfono inteligente, es inteligente; te permite compartir en vivo, en el mismo momento con aquellos a quienes consideras que hacen parte de tu red. Prestar atención plena, escucha empática y sincera a esos momentos de compartir, construirá momentos fantásticos que te acompañarán a lo largo de tu vida.
Te invito pues a fortalecer tu red, irla depurando de tóxicos, ir reparando las partes deterioradas, reforzarla donde lo requiera y no terminarla, es una red social infinita.
William Joaquí
Médico Anestesiólogo.
Especialista en Medicina del Dolor.
Máster en Manejo Avanzado del Dolor.
Cofundador de Cuerpo & Mente. Humanizando el Alivio del Dolor. Una mirada integrativa y funcional al alivio; con un equipo interdisciplinario para el tratamiento o acompañamiento del cuerpo y la mente.
Torre médica Intermédica. Consultorio 1603.
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