Para iniciar, es importante remitirnos al origen de la historia, es decir, para sostener la premisa de un amor que perdure en el tiempo es importante comprender la relación vincular que cada uno trae de su infancia.
Estas experiencias tempranas pueden incidir en los modos de relacionarnos en la adultez, presentándose en formas de bloqueo emocional, carencias, falta de aceptación, apegos insanos, miedos camuflados.
Muchos de nosotros tenemos heridas abiertas del pasado, historias sin sanar que en ocasiones se repiten en nuestra vida en pareja, haciendo difícil la dinámica vincular.
Para entender un poco esto, es importante preguntarnos:
Mientras crecías, ¿qué veías en tu hogar?, ¿cómo se relacionaban tus padres?, ¿cómo te relacionabas tú con ellos?, ¿qué recibías por parte de ellos?
Es importante revisar si algunos de estos recuerdos aún duelen, si no han sido elaborados y hoy te relacionas de igual forma con tu pareja o tus hijos.
Nos pasamos replicando el sufrimiento de nuestra infancia de manera inconsciente, reviviendo esas heridas del alma que no nos permitimos cicatrizar.
Todo esto posiblemente genere unas formas de relacionarnos con las cuales nos podemos identificar. Aquí sería oportuna la pregunta ¿Qué niño o niña habita en ti?
Esas heridas pueden pasar factura en la elección y construcción de pareja, de aquí importancia de sanar esas lesiones, que muchas veces no nos dejan avanzar en la relación y han fomentado una forma repetitiva y nociva de actuar.
Sanemos todo aquello que juzgamos en el otro, probablemente es el reflejo de aquello que rechazamos en el inconsciente.
Fuente: Elizabeth Guerra, Sanar para Amar.
MindfulCoach Sandra Giraldo
Cofundadora de Cuerpo&Mente
Coach Ontológica Profesional
Ms. en PNL
Ms. en Terapias de Parejas
Profesora de Mindfulness y Compasión para la salud y el estrés (MBPM)
Vivo una vida con propósito
sandragiraldo@cuerpoymente.com.co
