Se te hace familiar el término “Dolor Crónico”, “Enfermedad”, “No tiene cura”, “Debes aprender a vivir con el dolor”, “tu tratamiento es de por vida”. Pero… ¿acaso has escuchado también las palabras Propósito, transformación, despertar de la conciencia, sanación? YO SI y te quiero compartir mi historia.
Si pudiera dar una breve descripción de la mujer que fui hasta septiembre del año 2018, describiría a una mujer de 25 años que suponía tener una vida tranquila, estable económicamente, independiente, con éxito profesional y laboral, con una apariencia exterior que reflejaba “plenitud”, “comodidad” y “felicidad”. Una joven a punto de encontrarse con el proceso más retador de su vida, pero sin duda más gratificante y enriquecedor: el dolor crónico y la enfermedad.
Un simple cansancio, rigidez y dolor articular fueron el inicio de una historia y un camino que llevo recorriendo por poco más de 9 meses, pero sin duda el mejor camino que he recorrido a lo largo de mi vida. Al principio no fue fácil, nada fácil, estaba llena de confusión y angustia al sentir que día a día podía valerme menos por mí misma, comienza la limitación funcional, las innumerables visitas a diferentes especialistas, los incontables exámenes médicos, las múltiples incapacidades. Todo era caótico, frustrante, confuso y demasiado doloroso. Aún no entendía que estaba sucediendo en mi cuerpo y no podía hallar una respuesta a lo que me estaba sucediendo ni a lo que me estaba enfrentando, hasta que el 24 de diciembre del 2018 llega a mi vida la respuesta menos esperada: Tienes una enfermedad autoinmune que hasta la fecha no tiene cura.
En ese momento quede atónita y no podía comprender nada, me preguntaba una y mil veces porque Dios y la vida me estaban colocando nuevamente ante una situación semejante después de haber superado aquel lamentable y doloroso suceso. “SÍ, debo decir que hace algunos años fui víctima de un atraco en el cual estuve a punto de perder la vida a causa de 3 puñaladas, en ese entonces la vida me dio un vuelco de 180° y tuve que comenzar de ceros”. Pero en aquel entonces lo logré y después de varios meses y a base de mucho esfuerzo, perseverancia y compromiso pude salir de aquella situación completamente triunfante.
Ahora, con el diagnostico de esta enfermedad tengo que decir que sentí rabia, mucha rabia y trate de encontrar culpables en todas partes; quizás Dios era injusto conmigo, quizás mi trabajo me había provocado que se despertará en mi esta enfermedad, quizá el sistema de salud de este país era el malo… en fin, más y más preguntas sin respuestas.
En medio del caos y de tanto dolor, pensé que todo había acabado para mí, que ya no podía continuar, que la vida me pesaba y no podía soportar tantos cambios que estaba afrontando, nuevas hospitalizaciones, un inesperado revés económico a causa de los tratamientos, consultas y medicinas, la dependencia de volver a vivir con mis padres para que me ayudaran con las tareas del día a día porque la enfermedad ya había llegado a mis manos, invadida por el miedo, la depresión y la angustia solo le pedía a Dios que por favor me llevara para terminar con ese mal momento.
A los 20 días de haber recibido el diagnóstico me llego la primera hospitalización debido a una crisis bastante compleja, allí en el hospital estuve rodeada de un sinfín de especialistas, pero lo que nunca me imaginé, es que a partir de esa hospitalización mi vida iba a comenzar un proceso de transformación al conocer a una persona, EL ESPECISLISTA DEL DOLOR de la clínica donde me encontraba interna. Todo comenzó cuando aquel especialista en vez de complementar mi tratamiento con más medicamentos químicos me comenzó a hablar de sanidad emocional, soltar cargas, crecimiento espiritual, cambiar hábitos en mi vida que poco me estaban ayudando, reestructurar mis pensamientos, mejorar mi alimentación. Desde ese momento algo en mi mente hizo clic y comencé a meditar bastante en aquella conversación.
A los pocos días de haber salido de la hospitalización, aquellas palabras continuaban resonando en mi mente y sentía bastante curiosidad por continuar el proceso con aquel especialista, así que me contacté con él por medio de su consultorio personal y a través de él conocí a la persona que a la fecha puedo decir que ha sido la persona más fundamental que Dios ha puesto en mi camino en todo este proceso “Su esposa quien ejerce la profesión de coach”. Con esta persona comencé a realizar un trabajo interno donde empecé a descubrir y a ser consiente que llevaba hábitos de vida poco saludables, emociones descontroladas, que no era feliz con la vida que estaba llevando y que no podía continuar engañándome a mí misma, porque ya mi cuerpo me estaba comenzando a hablar por medio de la enfermedad que me estaba dejando paralizada, sin fuerzas, con una profunda depresión y ganas de NO continuar con la vida.
Han pasado 4 meses desde que tomé la decisión de comenzar a trabajar en mí: comencé a escucharme, a perdonar y perdonarme por los errores del pasado, a trabajar por mi sanidad emocional, a soltar cargas que no me pertenecían, a cambiar mis pensamientos, a agradecer todas aquellas cosas que pensé que merecía por el solo hecho de estar viva, comencé a dejar las autoexigencias extremas, a trabajar en el ritmo de vida acelerado que siempre había llevado, a soltar las quejas que me acompañaban en el día a día y a encontrar mi verdadero propósito de vida. Y hasta el día de hoy continuo en aquel proceso y debo decirles que no ha sido para nada fácil, pero tampoco imposible, cada día logro algo diferente, la depresión ha desaparecido y han vuelto las ganas de vivir, pero ahora con una conciencia despierta.
Y hoy estoy aquí, encontrando cada día LAS BENDICIONES OCULTAS que me ha traído todo este proceso, dejando de ser la victima de la vida para convertirme en la protagonista de mi historia, una historia que me ha transformado la vida, los sueños y la forma de percibirme y percibir el mundo. Una historia donde no hay culpables, donde la mayor responsable por estar y sentirme bien soy YO. Ahora puedo ver todo con claridad y comienzo a descubrir el para que llego este proceso a mi vida. Hoy puedo dar gracias desde el corazón por todo lo que me ha tocado vivir, porque a través de ello he logrado ver que Dios siempre ha estado conmigo sosteniéndome de su mano, que tengo una familia hermosa que siempre ha llorado y reído conmigo, que tengo un empleo maravilloso y que soy parte de una de las mejores empresas de Colombia, que he podido ver el apoyo y el amor de cada una de las personas que me rodean, que a través de todo este “caos” Dios puso en mi vida personas maravillosas que me han ayudado a salir adelante.
Aún el proceso continúa, los tratamientos continúan, el dolor aún me acompaña, pero ahora este suceso NO controla ni detiene mi vida, ahora todo es más fácil, ahora yo decido como quiero vivir cada día. Hoy después de muchos meses de incapacidad he vuelto a laborar, he vuelto a tener vida social, a sonreír desde la plenitud, a dar gracias por cada segundo de vida, a sentirme una mujer enérgica y empoderada, feliz y tranquila conmigo misma. Hoy puedo decirte que el dolor es el mejor maestro que ha llegado a mi vida y me ha dejado grandes aprendizajes, cuando lo siento solo lo abrazo, lo acepto, escucho lo que tiene por decirme y él solito se va. Ahora comprendo que el mayor éxito personal que puedo tener, es poder brindarme una vida saludable y emocionalmente estable.
Si hoy tuviera la oportunidad de volver a elegir, volvería a elegir vivir este hermoso proceso, porque los que creemos en Dios, absolutamente todo nos ayuda para bien.
GRACIAS.